En estos cuatro años creo haber ganado más personas que he perdido. Pero de esas personas que son de verdad. Que te quieren tal y como eres y jamás intentaron cambiarte. Quizás eso fue lo que me cambió, que no me incitaran a hacerlo. Igual que cuando me dicen "vamos a dormir" y soy incapaz de pegar ojo. Siempre hay obligaciones que son imposibles de cumplir.
Ahora tengo a las personas que estarán siempre conmigo, las que me sufren, a mí y a mis decisiones, y las que recordaré toda mi vida. Lo cierto es que nunca una amiga me había sorprendido con un bizcocho lleno de velas para que celebrásemos el cumpleaños juntas, tampoco pensé el primer día de universidad que en la clase número 532 iba a encontrar a dos de las personas más importantes de mi vida.
Siempre envidié a aquellos que decían tener amigos de toda la vida. A mí la vida no me dejó tenerlos. Con nueve años te separas de los que podían haberlo sido y con doce llegas demasiado tarde a la vida de otros. Ahora tampoco me parece para tanto. Aunque todo acabe algún día, siempre me quedarán sus recuerdos.