Por mucho que pensaba no recordaba que día lo compraron, ni a donde iban juntos cuando les pilló la tormenta. Ellos nunca salían juntos. Compartían casa, pero nada más. Un chaparrón les pilló la sorpresa y a toda prisa entraron en una tienda cualquiera. Los dueños de aprovecharon del mal tiempo para subir un poco el precio del artilugio.
Pagaron y se fueron. Nunca recordó a dónde. Los días de lluvia pasaban y el paraguas fue haciéndose suyo. Tras años usándolo, una mañana no lo encontró. Pensó donde lo podía haber dejado y, entonces, lo vio claro. Se le olvidó en aquella tienda cualquiera. En esa donde solo vendían paraguas amarillos, en la que se quedó el único recuerdo que compartían y el que nunca debieron tener.