lunes, 19 de diciembre de 2016

Cuadrar el círculo

La que me enseñaste cuando estaba triste, la que cantábamos cuando volvíamos a casa felices, la que sólo suena en tu coche, la de dormir y la que siempre me recuerda a ti. No va a gustar.

Tus ganas de encender la luz, las mías de que esta vez funcione, el cojín para respirar mejor, los tapones para no escuchar y la columna de libros sobre la mesilla. No lo quieras entender.

Quedar a mitad de camino, beber en azoteas, no cogernos de la mano, ver películas en dvd, guardar el saquito de lentejas y jamás olvidar cómo olía ese pelo. No somos los mismos.

Que vuelvas cuando quieras, que te conviertas en piedra, que te encargues de disfrutar del mientras tanto, que pierdas siempre el primer tren y que se te escape la sonrisa. No voy a dejar de hacerlo.

El de los mensajes a deshora, la que no podía dormir, el que se quiere quedar, la que corre para dar un último beso y el que suele olvidar el tabaco en el salón. No se puede pedir más.

Tus pecas, mis lunares, toda esta gente que está alrededor, que haya llegado la hora de decir adiós, no saber, disimular, las cosas que sólo somos capaces de contar. Las que no nos decimos.



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