Había tiempo para cocinar, el frigorífico solía estar lleno y las patatas siempre se ponían malas. Daba igual que fuera martes, miércoles o viernes. Daba igual que fuéramos tres, o cuatro, a veces incluso ocho. Nuestra garito favorito era nuestro garito favorito.
Por cada día de la semana una oferta y por cada bolsa de Lays Vinagreta, una sonrisa. Era mejor cuando no dolía. Eras mejor cuando no lo hacías. Cómo no vas a volver si ya se han cansado de esperar. No le busques el interrogante.
La casa de los juegos. Los juegos de beber. Las bebidas con alcohol. El alcohol con amigos. Y los amigos, amigos. Se trataba de cuidarse. La hacíamos para quedarnos. Nos quedábamos para hacerla. Atún. Salchichas. Eso aún está por decidir, pero siempre queso en polvo. Sabe mejor así.
En compañía. Con el tomate frito decorando nuestras mejillas, yendo a clase por las tardes y no escribiendo para gustar. Aunque sea marzo y haga frío. Aunque el timbre nunca sea para ti. Aunque haga ya mucho tiempo que no tenemos pasillo.
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