martes, 24 de abril de 2018

Absoluto

Pipas de girasol, el banco del parque. Claro que no era esto lo prometido. Tampoco sé qué esperaba: la cola del paro o las playas de oro. Queda ser diosa precaria a tiempo parcial, sonreír al escuchar la llamada, soñar con que el miedo cambie de bando y no olvidarse de la alegría.

Para alegría la del hoy ceno contigo, hoy revolución. La del sucede que a veces, la de la vida mata y el amor te echa silicona en los cerrojos de tu casa. La de los reyes que pierden sus coronas, la del siempre es viernes, siesta de verano, la de verte entre la multitud.

O volverte a encontrar en la universidad, invitarte a carretear. Que se acabara la noche y nos enamorásemos los dos. Andar por la Alameda. Pasar por delante de La Moneda. Allende, los cinco minutos de Víctor Jara, emocionarnos cantando una de Silvio. Que te rías y, en tu risa, yo me vea caer.

¿Se oiría la lluvia caer si se callase el ruido? ¿Te oiría hablar en sueños? Quizá hasta podríamos hablar, soplar sobre las heridas y entender que aún queda esperanza. Que no hay que dejarse vencer por esos patriotas que se envuelven en banderas.

Dormirse con Vértigo, llorar con Pequeña Criatura, reír con Tierna y dulce historia de amor, bailar con La extraña pareja y romperse con Recuerdo. Que nunca dejes de contárnoslo otra vez. Que quedan estudiantes con flequillo, que siempre sea aquel mayo francés y que nunca se acaben los días de vino y rosas.

Brindemos por que seas siempre todavía. Nunca nos gustaron las despedidas.

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