Encerrarse en el armario con su perrita entre los brazos era su opción favorita para escapar. No podía salir corriendo porque había alguien que ahora la iba a necesitar más que nunca. Tampoco podía llorar, no quería que nadie lo hiciese. Solo podía entrar allí y quedarse en la oscuridad. En esa oscuridad que tantas veces la había aterrado y que ahora la salvaba.
Cada año, por esas fechas, volvía a recordar todo aquello. Eso que dejó de ser una anécdota de la vida de los demás y que, ahora, era una historia que la tomaba a ella como protagonista. Ella, a la que tanto le gustaba pasar desapercibida, iba a ser el centro de atención.
Nunca piensas que te pueda pasar algo así, hasta que te toca. Nunca crees que las personas que te rodean no son buenas, hasta que te lo demuestran. Y nunca crees que tu vida cambiará, hasta que te la cambian. Te la hacen una bola de papel y la lanzan lejos de ti.
Como a todos, a ella también le costó mucho volver a encontrarla, recogerla, estirar el papel y unir los trozos que estaban rotos. Pero lo hizo. Y aunque nunca olvidará que un día convirtieron su vida en una bola de papel, lo ha superado. O al menos, eso cree.
jueves, 20 de diciembre de 2012
sábado, 15 de diciembre de 2012
Ellos se mojan.
Les da igual lo que piensen sobre ellos, aunque sea algo malo. Jamás querrán aparentar ser algo que no son y siempre les distinguirás por esa sonrisa que tienen dibujada, casi siempre, en su cara. Despreocupados, felices y vergonzosos.
Abrigados hasta en el último resquicio de su cuerpo, para que en pleno invierno no sean víctimas de un buen resfriado. Encantados con ir a pasear por cualquier lugar. Quejicas en el momento de ir de compras, Envidiosos de los que son más pequeños que ellos. Y sin un resquicio de maldad.
Si hace sol, están bien. Si está nublado, también. Si nieva, les encanta hacer muñecos de nieve. Si están en la playa, se bañan y se revuelcan por la arena. Y si llueve, les encanta mojarse. No necesitan un paraguas. Solo quieren protección cuando temen que hay algo debajo se su cama.
Verlos correr, jugar a saltar los charcos o tirarse bolas de papel, te hace volver a ser como ellos. Como antes, cuando siempre decías la verdad. Y te mojabas.
lunes, 3 de diciembre de 2012
El momento de mirar atrás.
Corres tanto que no te das cuenta de que vas acorde al tiempo. Tienes la cabeza agachada tanto tiempo que es imposible que encuentres a alguien que consiga apartarte de la realidad. Y piensas tanto en el que dirán que no te atreves a dar un paso sin antes consultarlo con esos que consideras tus amigos.
Hace tiempo que estás en un espiral en el que nunca debiste entrar. Hace tiempo que dejaste de ser tú, si es que alguna vez conseguiste serlo. Sientes que pierdes el tiempo y la verdad es que no es solo una sensación. Las palabras que vienen y van, sin ningún fundamento o razón, son solo meros intentos de desestabilizar.
Las personas que han influido en ti, no parece que hayan sido las mejores. La coherencia de tus actos, hace mucho que dejó de ser tal. Y el tiempo pasa incesante ante tus ojos, sin que tú te pares a decidir qué es lo mejor para tu futuro. Date cuenta de que lo mejor de ti, hace tiempo que lo perdiste. Puede que nunca lo recuperes.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)