lunes, 18 de noviembre de 2013

Escribo lo que no creo y creo en lo que no escribo

No creo que las personas se vuelvan conformistas con el tiempo, creo que el tiempo te vuelve inconformista. Tampoco creo que estemos aquí para que cada uno de nosotros sea la piedra del camino de otras personas. Y si estamos para eso, pues bien. Siempre hay piedras con las que da gusto tropezar. Si dejan herida, dejan recuerdos. Y si son recuerdos, es que pasaron cosas bonitas.

Siempre me gustó pensar en eso de que existiera la persona adecuada, pero el tiempo me ha echado la teoría abajo. El tiempo y yo, yo también. Y mira que me cuesta reconocer las cosas y ni quiero hablar de eso de pedir perdón. Aunque, al final, si la persona te importa siempre acabas haciéndolo.

Porque no importa si me despisté, si me despistaste o me dejé despistar. El caso es que me despisté y olvidé algunas cosas que creía fundamentales. También principios que en realidad no lo eran y canciones que creía que hablaban de ello.

Todo lo tiré por la borda. O ya estaba tirado. Qué se yo. Si siempre que intento ponerme alguna norma, la rompo. Si cuando me hago una promesa, la incumplo. Y si en algún momento pienso que he encontrado algo diferente, me repito a mí misma que no, que es como todo lo demás. Entonces, me tranquilizo un poco, pero me sigo sin hacer caso y pienso qué más da, si no es diferente, al menos que sea.

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