Pero me tengo que conformar, claro. Porque ahora no hay nada demasiado estable, ni amistades de toda la vida, ni parejas que se quedan a tu lado para siempre y puede que hasta ni siquiera haya trabajos fijos. Por eso no me extraña que tenga que cambiar de cascos.
Hace meses que no sé qué contestar cuando me preguntan sobre mi futuro. Verás, hubo un tiempo en el que sabía qué decir, pero me cansé. Ahora tener un plan para dentro de un mes me parece demasiado tiempo. Quién sabe dónde estaremos dentro de treinta días. Puede que ya ni nos hablemos.
Y no sé qué haré cuando acabe la carrera, solo sé que no he hecho balance de 2013 porque me pareció estar partido en dos, que la segunda parte ha sido la hostia y que mañana me tengo que comprar unos cascos nuevos.
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