Sin embargo, la mayoría de las veces, nada es como crees. Él no había dormido en casa, ni avisaba de por qué no llegaba, ella espiaba conversaciones que no llegaba a entender y se iba a dormir con la esperanza de que nada cambiase. Pero hay presentes que nunca llegan a ser futuros y futuros que sólo son presentes.
Le dijeron que era lo mejor, aunque había dos caras que no se creían el mensaje. Ella escuchó, asintió e hizo sólo una pregunta. La vida, dijo él. La puta vida. Le puede pasar a cualquiera. A cualquiera, por supuesto que sí. Romper tres corazones de una tacada e irse a dormir. Ni siquiera pudo decirle adiós, porque nunca supo en qué momento se había empezado a ir.
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