viernes, 29 de julio de 2016

Helado de vainilla

Entre el día de hoy y la noche de ayer me sobraron sonrisas, me faltaron besos y me bastaron sensaciones. Ni siquiera recordaba cuáles eran. Entre su casa y la mía hay un largo camino que me recuerda al que andaba contigo. Y ya no es lo mismo porque no te echo de menos. Lo he pensado. No consigo acordarme de la última vez, así que ahora solo pienso en que llegue la primera.

Está bien, claro. Cómo no iba a estar bien. Aunque siga contando los meses, aunque la pared estaba más bonita hace un año, aunque era bonito descubrir ciudades de dos en dos.

Ahora se me cortan más los labios, me brilla más el pelo y tengo la piel más morena. Se me han caído todas tus pulseras. Dejé de escribir de él para hacerlo solo de ti. Y es verdad que el dolor inspira, pero lo he dejado de sentir. Lo hago porque me gusta obligarme, lo hago porque le gusta a mi madre.

Alguna vez me he preguntado cómo habría sido este año si no te hubieras ido. Y no, en mi mente no es mejor. Hay alguno que se pasea por aquí dentro. Lo ha puesto todo del revés. Ya era hora. ¿Demasiado largo? Creí que te gustaba así. Lo sé. No, no nos damos cuenta pero seguimos esperando a volver a casa para cortarnos el pelo. Madrid no entiende de esto. Solo hablaba del olor. Mejor si lo dejamos así.

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