No quiero más sobresaltos, más dudas, más llantos, ni más miedos. No quiero y los tengo. Cada vez que recibo esa maldita llamada y escucho su voz distinta, preocupada. Puedo disimular perfectamente, aguantar las lágrimas y hacer como si no me importara nada, como hecho desde que era pequeña, como he hecho desde que decidí ser la fuerte de la familia.
Sé que esto no podrá conmigo, nunca nada ha podido conmigo. Pero es un vaso más y cómo pesa el agua que lleva. Hace tiempo que pido por que la situación se invierta, al igual que hace tiempo me di cuenta de que la vida es de todo, menos justa. Tampoco fácil, por eso estamos aquí, por eso luchamos.
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