sábado, 31 de octubre de 2015

Minuto noventa y tres

Este invierno ha sido el más tardío de todos pero ha entrado con más fuerza que ninguno. De repente llovía y en la calle hacía un frío que encogía espaldas y congelaba corazones. Y claro, cuando vienes de los años más calurosos de tu vida, te pilla demasiado desprevenida.

Ya no hay croissants por las mañanas, llamadas a mediodía, ni consuelo al llegar a casa por la noche. El amor también es esto. El saber admitir que ya no es suficiente, llorar durante unas horas frente a la persona que querías y tener el estómago cerrado durante días.

Toda la vida viendo cómo se actúa en el amor y nadie es capaz de explicarte a lo que te expones cuando decides lanzarte al vacío por alguien. A que te manden a la mierda a la primera de cambio, a que te rompan el corazón, a darte cuenta de que la relación que tenías y que tan especial creías es la misma mierda que la que tienen todas las demás parejas o a que el tiempo pase a transcurrir de forma tan lenta como en los últimos minutos de una final de la Champions League que tu equipo va ganando uno a cero.

Y sí, al final te acaban metiendo un gol y la decepción es aun más grande que si hubieras ido perdiendo todo el partido. Porque entonces, al menos, te habrías esperado la derrota.

lunes, 26 de octubre de 2015

Regalos de papel

No es que no quiera hacerlo, es que se me encoge el estómago al pensarlo. No se le puede exigir mucho más a alguien que se toca la ceja cuando se avergüenza de algo. Sudores fríos. Los previos al vómito. La tripa revuelta y el móvil recibiendo llamadas sin contestación.

Las hay valientes, juro que me he encontrado con más de una, pero soy de las que planean la conversación ciento cincuenta veces antes de tenerla. Para que nada salga como esperaba. Para que todo se eche a perder.

Sé que hace un par de años me metí en un buen lío. Lo supe desde el primer momento y, aunque pensaba que sí, la verdad es que no hice nada por evitarlo. Una camiseta envuelta en papel de periódico y el beso, o el paso, definitivo a una vida que no había planeado.

Un septiembre diferente, un enero terrorífico y un marzo inesperado. Medir el tiempo por ciudades. Dime si las has repasado. Ahora te toca a ti cerrar los ojos y avanzar hacia delante. Prometo no girarme.

miércoles, 14 de octubre de 2015

Cuarenta y nueve

El amor es eso que sientes al ver la cara de tu madre en su primer viaje en avión, el olvidar un intercambio de gritos con tu hermana sin tener que pedir perdón, quedarte dormida en su cama con conversaciones en portugués como canción de cuna.

¿La tristeza? El primer cumpleaños sin tu familia, ver tu facultad desde la carretera por la que cada días vas a un trabajo que nada tiene que ver con lo que estudiaste y quedarte sin vacaciones acompañada de tus mejores amigas.

Cuarenta y nueve días parecen tantos que al principio ni siquiera alcanzas a contarlos. Pero cuando vas por el número treinta y has dejado de odiar los lunes porque no sabes ni qué día es, entonces, sí, empiezas a sentir que algo se te ha muerto por dentro.


Hay quien pregunta qué te pasa y hay quién lo sabe con mirarte. El amor también es eso. Porque no recuerdo despedida más triste que la de la amiga que me ha acompañado en esta aventura que dura ya seis años. Porque una comida de piso en un año de convivencia te da fuerzas para seguir. Porque una reunión en un bar cutre puede ser el acontecimiento del mes. Y porque nueve horas de carretera a cambio de un día en casa siempre es una gran elección.