Un portátil sin antivirus, el casquillo de la luz de mi habitación roto y un enorme hueco en la pared. De las cosas que me has dejado me quedo con la primera camiseta, la tolerancia y con la vuelta de un viaje a Burgos que jamás pensé que acabase así.
De las que te has llevado me gustaría recuperar alguna. La sonrisa con el mensaje de buenos días, los pies fríos bajo el edredón y las series en la cama. Qué raro va a ser lo de no bailar con la banda sonora de 'Orange Is The New Black', pero más lo es pasear por el Retiro sin poder decirte que te bajes de casa.
Es curioso encontrarte cuanto estoy aterrorizada por hacerlo y que no existan las casualidades el día que más ganas he tenido de verte. Porque, ahora sí, puedo decir que sé lo que es tener ganas de ver a alguien. Lo de antes, puro capricho.
Y es que ayer lavé todo lo que me devolviste y no hay forma de que deje oler a tu casa. Sí que he guardado casi todos tus regalos debajo de la cama, pero no he sido capaz de tirar tu cepillo de dientes. Qué sé yo. Que hoy dan 'Top Chef' y no lo estoy viendo, pero no dejo de pensar en lo importante que es que muestren cómo se pocha la cebolla.
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