Deja de dar golpes a la puerta. ¿Nunca te han explicado que para entrar tienes que usar una llave? Si no la tienes, tus patadas, puñetazos y embestidas no servirán para nada. Además, ¿por qué te empeñas en conseguir algo que no te importa? Solo por la satisfacción que sientes al derribar la puerta, por eso te empeñas, admítelo. Quieres salirte con la tuya.
No ayudaste a crear esta casa, por esa razón es por la que no tienes llave para entrar. Años de esfuerzo y de supuesta fortaleza han conseguido alzarla y no vas a entrar a las primeras de cambio. Asumirlo es lo primero. Por mucho que cueste. A esa casa también le costó, ¿sabes? No fue fácil convertirse en lo que es hoy.
Creo que la fuerza no tirará abajo la puerta. Pero puede que sí lo hagan los años, el tiempo, la vejez que puede con todo. Entonces, la puerta estará demasiado vieja para aguantar los empujones y, tal vez, consigas entrar. Sin embargo, siempre te quedará la tristeza de saber que podías haber tenido la llave desde el principio y no quisiste.
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