martes, 12 de marzo de 2013

Sombras.

Hubo un tiempo, muy largo, por cierto, en el que sentía que ella también había perdido su sombra. Las mañanas que se quedaba en casa, alegando una poco creíble enfermedad, solía ver la película de Peter Pan y pensaba: "Eso es exactamente lo que me pasa a mí, he perdido mi sombra y necesito a alguien que la cosa a mis pies".

Y es que, aunque no se cansaba de hacerse la fuerte y mucho menos iba a dejar que alguien la debilitase, sabía que, en el fondo, lo que buscaba era eso. Necesitar a alguien, sentirse débil, encontrar a su sombra, que la cosieran a sus pies y no tener que ponerse a buscarla nunca más. Nunca jamás, como el país.

Años buscando su sombra, parecía que si no la tenía pasaba por el mundo totalmente desapercibida. Todo el mundo tenía sombra, había llegado a ver a personas con cuatro sombras. Sin embargo, nada, ni una. "Si por lo menos hubiera sido la primera niña perdida, no habría tenido que crecer". Pero te obligan a hacerlo, por más que te niegues.

Y menos mal, que encontró a su sombra. Solo una, eso sí. Siempre había detestado a esas personas que poseían cuatro. Prefería lo único a lo abundante. Aunque no logró que la cosiera a sus pies, la tenía. Y aunque nunca estará segura de no poder perderla, la tiene.

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