Si nunca te has manchado de barro, no sabrás que es posible limpiarlo. A lo mejor un lavado no es suficiente, pero se logra. A mí me gusta el barro. ¿Y quién no ha pisado charcos? Todos acabamos haciéndolo, aunque la lluvia nos ponga tristes.
Yo prefiero a las personas que han saltado en charcos y se han llenado de barro, hasta arriba. Después se han levantado y han decidido limpiar cada prenda de ropa que llevaban. Hasta no dejar rastro de lo que era tierra y agua. Y sin rencores. Porque ahora estás manchado, pero mientras lo hacías estabas disfrutando.
Además, nada te impide ser un poquito mejor cuando has hecho lo que tenías que hacer y lo has pasado de la hostia. Ahora, sólo te queda elegir si prefieres lavar tu ropa a mano, o a máquina.
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