lunes, 29 de abril de 2013

La eterna sonrisa.

Verles felices es la sensación más bonita del mundo. Por ellas y él, soy capaz de volver a entrar a una iglesia o hacer el ridículo bailando en medio del restaurante. Porque sé que son los mejores años de sus vidas y porque no merecen que nadie se los fastidie, desde luego. Estar a su lado me llena de vida, cómo no lo iba a hacer, si me encanta acompañarles a dar un vuelta por el río, inventarnos cualquier excursión y que me enseñen sus progresos en el colegio.

Recuerdo ser la niña más borde del mundo, la que no regalaba ni un beso, ni siquiera a su familia, y la que se cabreaba por que le dijesen lo guapa que iba. Pues estas no, son las niñas más cariñosas del mundo. Divertidas, bailarinas, cantantes, actrices y mil cosas más. Algo de eso sí que han sacado de nosotras. Él, como único niño, es el más vergonzoso. Pero me encanta correr detrás de él para que me de un beso.

Tengo memorizadas las fechas de sus cumpleaños, pero si me preguntas por su edad me desoriento. Sé que las tres mayores llegaron el año que nos dejó mi abuelo y que seguramente, por ellas, todo se nos hizo más llevadero. Han pasado ya bastantes años, pero siguen siendo las personitas que mejor nos lo hacen pasar.

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