sábado, 6 de abril de 2013
Volví.
El estado de desesperación lleva a la ansiedad, la ansiedad a no dejarte respirar y no respirar a dejar de hacer lo que tanto te gusta. Como una cascada, de esas que siempre sueñas ver de cerca cuando eres un niño, vas cayendo hasta abajo, hasta chocarte con las rocas y que tus huesos salpiquen como lo hace ese mismo agua. El agua en el que se refleja el arco-iris. Sí, también tus sueños han estado llenos de color. Ese mismo color que, ahora, con tu cuerpo y tu mente hechos añicos, inunda tu vida. La alegría de haberte chocado contra las rocas a tiempo. Y la de saber que, aunque estés destrozado, siempre hay un arco-iris que te hará sonreír para que, así, vuelvas al lugar del que te caíste.
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